Mundo, 21 de abril de 2025- La tuberculosis sigue siendo una de las enfermedades infecciosas más letales a pesar de contar con cura y vacuna desde hace décadas debido a múltiples factores complejos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2023 murieron aproximadamente 1,25 millones de personas por tuberculosis, incluyendo 161,000 con infección por VIH, y se estimó que 10,8 millones contrajeron la enfermedad ese año.

Las razones principales por las que la tuberculosis continúa causando tantas muertes incluyen:

  • Latencia y diagnóstico insuficiente: Un cuarto de la población mundial vive con tuberculosis latente sin síntomas, pero con riesgo de activación. Además, cerca de tres millones de casos anuales no son diagnosticados, lo que permite que la transmisión continúe sin control.
  • Duración y complejidad del tratamiento: El tratamiento estándar dura seis meses con múltiples antibióticos, lo que dificulta la adherencia. Muchos pacientes abandonan el tratamiento por efectos secundarios, estigma o falta de acceso a servicios de salud, facilitando la aparición de tuberculosis multirresistente, que requiere tratamientos más largos, tóxicos y costosos.
  • Vacuna limitada: La vacuna BCG, desarrollada hace más de un siglo, protege principalmente a niños contra formas graves, pero ofrece poca protección a adultos, que son los principales transmisores. La investigación para nuevas vacunas ha sido insuficientemente financiada en comparación con otras enfermedades, limitando avances en prevención.
  • Impacto de la pandemia de COVID-19: La atención sanitaria se desvió durante la pandemia, revirtiendo años de progreso en diagnóstico y tratamiento, y aumentando la incidencia y mortalidad por tuberculosis en muchos países.
  • Factores sociales y económicos: La tuberculosis afecta desproporcionadamente a países y comunidades pobres, donde la pobreza, la desnutrición, la vivienda precaria y el acceso limitado a la salud aumentan el riesgo de contagio y dificultan el control.

Para erradicar la tuberculosis, la OMS y la comunidad internacional han establecido metas ambiciosas para 2030, que incluyen reducir en un 80% la incidencia y en un 90% las muertes respecto a 2015. Esto requiere fortalecer sistemas de salud, mejorar el diagnóstico activo y temprano, garantizar tratamientos completos, desarrollar nuevas vacunas y abordar determinantes sociales. En 2023, la ONU renovó su compromiso para acelerar estos esfuerzos, impulsando la financiación y la acción multisectorial.