Por: Sergio Salazar Aliaga

Es el libro más interesante de estos últimos tiempos, José Llorenti polemiza nuestros días con esperanza y con coleras para todos, ya lo decía el buen Hegel en su libro Sobre la filosofía de la historia “Por primera vez… el hombre se basa en su cabeza, es decir en el pensamiento, y construye la realidad de acuerdo con ello… esa fue… una gloriosa aurora”.

No solamente eso, el libro está escrito en lenguaje y código marxista, como filosofía, como economía, como política, como concepción del mundo, de sus perspectivas futuras, como de la historia pasada del país, por eso no es un libro más, nos ayuda a descubrir el desarrollo histórico de nuestra época. Lanza desafíos militantes a los que pretenden hacer una autocrítica seria para no negar el curso de la historia, analiza su presente, en ese sentido ayuda a cada uno adquirir conciencia del sentido de la vida, de nuestro futuro, y de nuestra responsabilidad mirando un horizonte político.

Uno de esos análisis críticos es lo que sucedió al interior del MAS que provoca la caída de Evo Morales, nos dice por definición conceptual que “un golpe de Estado no sucede si no existen errores y traiciones por parte del sector víctima del golpismo, el error más grande fue la reelección de manera forzada”, creo y esperemos que hoy no exista un solo militante que no se plantee esto como error. Otro error nos dice “fue dejar de lado la aplicación de CPE, también fue extraviar al sujeto histórico vanguardia del proceso de cambio”.

EL libro también trata de explicar ciertos matices difusos para algunos militantes más monolíticos en su pensar, ¿qué es el proceso de cambio?, en su capítulo cuatro, nos explica como el ciclo político originado después de la caída del neoliberalismo el año 2005, y como cúmulo de demandas sociales históricas postergadas que emanaron en tres fuentes, las resistencias indias anticoloniales, las resistencias revolucionarias anti oligárquicas, las resistencias populares antineoliberales.

Otro capítulo importante es el sexto, nos explica la etapización del proceso de cambio, como él dice: “etapizar un proceso histórico significa encontrar ciertas continuidades y rupturas que van constituyendo el devenir de mismo proceso histórico, es decir se va construyendo una línea de espacio-tiempo que explica lo acaecido y los vaivenes que presenta”.

Además de eso va problematizando con diferentes pensadores del Estado Plurinacional, algunos más buenos que otros, mostrando así cuales fueron su momento de periodización del proceso de cambio, en ellos esta Álvaro García Linera con su libro Las tensiones creativas, Hugo Moldiz y el momento Heroico, Cesar Navarro y los tres momentos constitutivos de la historia boliviana, Rafael Bautista y la Teoría del termidor y Fernando Molina en su libro “La crisis del MAS”.

Otro aspecto importante que José nos plantea es el de la industrialización como un hecho geopolítico, la industrialización de un país es el camino natural en la modernidad para desarrollar un Estado y crear mejores condiciones de vida en una población determinada, el gobierno de Luis Arce Catacora está implementando 150 industrias para el país, empero en decir que el tema de la industrialización no solamente como un tema económico sino también como un tema político.

Nos cita al economista Carlos Arce usando palabras de Lenin: “(…) la industrialización implica la transformación radical de las relaciones sociales de producción vigentes en la economía natural, en la que no se ha producido la división social del trabajo y todas las unidades económicas continúan siendo homogéneas pues cada una de esas unidades efectuaba todos los tipos de trabajo económicos, comenzando por la obtención de las diversas clases de materias primas y terminando por la preparación definitiva de las misma para su consumo”.

Eso me hace eco a Georges Bataille en su texto “La parte maldita” habla del excedente y que por lo general los gobiernos la gastan improductivamente. En las sociedades modernas el excedente pasa a la producción para convertirse en una reproducción y acumulación ampliada, se centraliza en una acumulación económica, que se olvida del gasto colectivo, comunitario y se convierte en privativo, es decir lo privatiza.

En los procesos neoliberales de los años 90 los Estados perdieron su soberanía porque perdieron el excedente. En el caso boliviano puntualmente cuando comienza el proceso de las privatizaciones con Jaime Paz y después la capitalización con Gonzalo Sánchez de Lozada, nuestras empresas del Estado entregaron todo el control y su usufructo del excedente a manos de capitales privados, a los monopolios transnacionales, perdiendo así el control de los recursos generados y quedándonos con un Estado sin soberanía controlado por Multinacionales.

El neoliberalismo destrozó al Estado y a la ciudadanía llevándonos a la desigualdad y la no redistribución del poder político y social, pasando a manos de pocos empresarios políticos llamada oligarquía política o élite política, fueron los que se quedaron como accionistas o nuevos dueños de las empresas privatizadas, como el caso de Samuel Doria Medina que como Ministro de Planeamiento se benefició de las industrias “cemento el Puente” y “cemento Fancesa” que pasaron a sus manos, es decir se volvieron dueños del poco excedente que sobraba.

Bolivia dejó de generar excedente y pasó a acelerar su ritmo de rotación y acumulación. El dinero sale al exterior, pero Bolivia es subalterna frente al capital mundial, la desigualdad comienza a crecer en grandes proporciones y comienza a existir una explotación y exclusión a los trabajadores/las y a los ciudadanos/as, se pierde la soberanía en la toma de decisiones porque dejamos de ser accionistas, en ese sentido también se pierde la forma democrática y comenzamos a vivir de préstamos y donaciones. El claro ejemplo es el expresidente Carlos Mesa que en su renuncia dice: “Estoy pagando una parte de su salario de la limosna internacional porque extiendo la mano”.

En otras palabras, el excedente deja de corresponder con la comunidad y se convierte en desigual para los sujetos del consumo, el excedente es uno de los pilares fundamentales de un país, es la soberanía de los Estados y cuando excluyes el consumo de tu excedente a tu población también es un no reconocimiento a la ciudadanía política.

La nacionalización es el núcleo de soberanía, es el control del excedente que permite a los Estados auto-gestionarse y ampliar su consumo colectivo, de servicios, generar empresas, salud, educación, es devolver la dignidad a la ciudadanía, es devolver el sentido a la democracia. Ahora Bolivia está en camino en vías a la industrialización.

José se pregunta ¿fin de ciclo?, y el libro se ha impuesto la tarea de intentar explicar este inmenso hecho, se plantea 11 puntos, el primero punto explica que ya “se cumplieron 20 años desde el inicio de la revolución democrática y cultural que es mas o menos el tiempo que duran los ciclos políticos”, el punto cuatro que esa alarmante en este tiempo, “la división política en el MAS – IPSP por primera vez abre la puerta para perder elecciones presidenciales ante sus opositores, entre muchas más que el lector tendría que analizarlas.

Desde una perspectiva filosófica, y estudios demuestran una renovación política, José dice “últimamente la palabra renovación ha tomado mayor protagonismo en el debate publico nacional en temas políticos, hay quienes aseveran que la renovación es inevitable haciendo referencia al cambio de época histórica donde los viejos políticos deben retirarse y dar espacio a los jóvenes políticos, hay otro que dicen que la renovación siempre existió en política”.

En un artículo que había publicado hace un tiempo atrás decía la palabra “renovación” viene del latín renovación y significa “acción y efecto de volver ser nuevo”. La renovación es el devenir natural de las cosas, es la línea de tiempo de la historia, la física lo denomina filosofía natural para entender el desarrollo de múltiples áreas.

Desde Empédocles quien demostró que el aire existía a través de un objeto que lo nombró clepsidra, pasando por Nicolás Copérnico, considerado el padre de la astronomía actual y uno de los fundadores de la física clásica, Newton que describe las leyes de la dinámica, Kepler con relación movimiento de los planetas y a la vez que explica la gravedad terrestre, la física cuántica o Einstein con su famosa teoría de la relatividad intentando resolver la incompatibilidad entre la mecánica planteada por Newton y el electromagnetismo, hasta Stephen Hawking con sus contribuciones a la comprensión del universo, todos y cada uno de ellos intentaron renovar la teoría física, para comprender mejor los diferentes fenómenos de la naturaleza.

Para el mundo político la renovación implica autocrítica, parte de la generación del pensamiento creativo, no se pretenden confirmar los celebérrimos dos “todos”, “Todo lo que Marx dijo es correcto, todo lo que no dijo, incorrecto”, es decir, darle una problemática más profunda que permite ver aquello que aún no podía tener más que una existencia alusiva o práctica, se trata de hacer una elucidación crítica a las lecturas sintomática de las obras de Marx y del marxismo, es darle una existencia teórica.

En síntesis, es el mejor libro que leí en los últimos tiempos, con mucha autocritica, tratando de llegar al objetividad, mostrando las recientes engendradas por los procesos materiales y espirituales que permiten un desarrollo nuevo en la investigación de nuestro proceso de cambio.

Nunca dude de que dios es una quimera, que lo único que existe es el diablo, y no como fundamento del mal, sino como fundamento del pecado, tampoco se trata de hacer el mal sino de transgredir la norma, en realidad el diablo no quiere gobernar sino destruir o más bien, deconstruir…